Los campeones de entonces se enfrentaron a los fabulosos húngaros en la final disputada en París.Los italianos derrocharon dinamismo sobre la cancha y usaron nuevas tácticas que hicieron parecer estáticos a los húngaros. No obstante, la selección magiar logró anotar dos goles. Algunas jugadas brillantes en el medio campo y en los flancos hicieron que Italia liderara con un 3 a 2 el marcador; faltando diez minutos para finalizar, después de algunos acertados pases, Biavati devolvió de taquito un pase al centrodelantero Piola, quien hizo un disparo fulminante para dejar el marcador final en un 4 a 2.Un año más tarde, Francia estaba en guerra y sólo se volvió a disputar una justa mundialista doce años después. Como en las dos finales previas, el balón de 12 piezas fue suministrado por un fabricante local y era de cuero marrón.
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